(3 historias — Cadena Perpetua) https://youtu.be/wKunXwjxTp4
En un rincón el olor se hace espeso. Lo observo con ansiedad. Lo pienso, lo trabajo en mi cabeza. La hediondez se hace presente en cada segundo de mi existencia. Sin embargo, vos no te das cuenta. O no te importa. O las dos cosas. A esta altura no tiene sentido descubrirlo. Ese hilo invisible que nos une está podrido. Y parece que ninguno de los dos se va a dignar a sacar la basura.
—
Ayer me quedé mirando uno de los cactus que crecen en mi jardín. Las espinas son cada vez más largas, más filosas. No era así el año pasado. Algo cambió. Una muralla se creó alrededor. Pero por dentro sigue siendo blando y viscoso. Me hubiera gustado tener esas espinas cuando te conocí. Me hubiera gustado hacerte sangrar. Sangrar y llorar. Llorar todo ese rencor que depositaste en mí.
—
La taza se cayó al piso. Se partió en varios pedazos. Y con paciencia pegué cada una de las partes. Una mañana la llené con café negro doloroso. Pero vos, sí, vos, en tu desesperación, en tu locura, en tu estupidez, la volviste a tirar. Y estalló. Como una bomba. Se convirtió en polvo. En partículas diminutas y desilusionadas que no van a poder unirse nunca más. En ese momento, en ese preciso instante, abrí la puerta. Se fueron vos y tu desamor. Nos quedamos yo y mi soledad haciéndome compañía.