La ventana magenta

Pau Ramos
2 min readOct 7, 2019

El día está llegando a su momento oscuro y ella aprovecha para sentarse en el balcón. Agarra la lata de cerveza fría y mira. Dejó el celular adentro y ahora mira. Solo mira.

Mira los edificios y piensa. Piensa en las ventanas. En las que puede ver y en las que no. En los colores de esas ventanas: amarillas, naranjas, blancas. Una ventana, en una punta, de color magenta ¿Por qué será magenta? No rosa, no violeta. Magenta. La ventana magenta es chica y misteriosa.

Ella se queda mirando fijo, toma un sorbo de la lata y piensa en ese color. Dos ventanas se iluminan en ese momento. Una titila y se apaga, la otra se prende y permanece. Piensa en las dos personas que apretaron el botón para encender la luz. Piensa que, tal vez, no sabían que lo estaban haciendo al mismo tiempo.

Mira la ventana magenta y piensa. A la misma altura se ve una estrella. Piensa que en realidad esa estrella está muy lejos, pero ella la ve cerca de la ventana magenta. Mira el cielo en degradé y piensa en la luna. Le pregunta al atardecer dónde está la luna. El atardecer no contesta. Piensa que la noche tendrá mejor onda. Mira y encuentra otra peca en el cielo inmenso. Más estrellas. Pero la estrella amiga de la ventana magenta sigue ahí. Es un punto, una peca que parpadea. Las otras pecas, más parecidas a lunares, están fijas. Piensa en las constelaciones. Piensa en los dibujos que forman. Piensa en las líneas que unen las estrellas.

Mira los edificios y las estrellas. Piensa. Piensa que por fin entendió Dibujo del CBC. Piensa que recién ahora entiende la perspectiva. Mira la línea imaginaria que une las diagonales de los edificios. No ve el punto de fuga porque la ciudad lo esconde. Piensa que debe estar por allá. Piensa que la ventana magenta está en perspectiva. Un murciélago chilla en la parte oscura del cielo; ella le da un sorbo más a la cerveza tibia.

Mira el cielo y piensa. Piensa que de un lado hay luz y del otro, oscuridad. Mira que anochece de derecha a izquierda. Piensa en los orientales que leen de derecha a izquierda. Mira que las estrellas aparecen en ese sentido. El murciélago ahora se deja ver revoloteando. Piensa en los miedos. Piensa en lo que no ve. Piensa en la incertidumbre del aleteo y ahí deja de pensar.

Mira la ventana magenta y no piensa en nada más.

Don’t tell them you’re sane / They’ll laugh and put you to sleep / Don’t tell them you’re sane, but you are

(Don’t tell them you’re sane -The Jam)

https://youtu.be/GhQmaqTGj40

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Pau Ramos

Diseñadora e ilustradora imperfecta. Pichona de escritora. Soy una mezcla rara de rubros incompatibles.